Los nombres del diseño.
Contribuciones para una antropología del diseño.
Fernando Martin Juez, (1992).
Martin Juez, nos dice: En español nombramos a los diseños de muchas maneras. Hablamos de objetos cuando queremos aludir, de manera formal, a las características que dan identidad o unidad material a las cosas, que a su vez es el modo general de referirnos respecto a lo inanimado (en oposición a los seres vivos, particularmente los humanos). Sin embargo, le decimos-cosa- a casi todo aquello que no acabamos de comprender (se trate de un objeto, un planta, un animal o una idea) y también a aquello que, sabiendo de lo que se trata, señalamos sin deseo de explicar o hacemos trivial de esta manera (-te traigo algunas cosas-,-nunca me ha gustado esa cosa-,-le regaló cualquier cosa-).
Cuando los objetos llegan al comercio cambian de nombre; ahora pueden ser artículos o géneros, y, siendo un poco más explícitos en su cantidad o su precio, pueden convertirse en baratijas, bagatelas, chucherías, una ancheta (que no es más que una porción pequeña de mercancías) o quiencallas (objetos de metal de escaso valor, como las bisuterías).
Otra modalidad para aludir al diseño consiste en dar nombres diferentes a cada período en la vida del objeto. Decimos que es un concepto o un proyecto cuando aún está en la etapa de la creación intelectual; un modelo o un prototipo cuando se le confronta en pruebas o al juicio de un usuario probable; una novedad cuando se trata de un invento, una innovación o una nueva adaptación tecnológica, o bien cuando entra por vez primera en la circulación mercantil; una curiosidad, cuando en la esfera del intercambio no alcanza la categoría de artículo de subsistencia o de prestigio; o una antigüedad cuando se recicla comercialmente a efecto de satisfacer alguna nostalgia.